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Andres Jimenez Ventura
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Literatura > Fábulas Noctámbulas > Malfarero



Malfarero

Pssst… ¿te cuento un secreto?

Un día como cualquier otro estaba solo en el jardín de mi casa, no tenía nada que hacer y daba un recorrido por el patio, examinando la grama, los animales y las flores. Viendo de cerca ese minúsculo, perfecto y maravilloso mundo que vive bajo mis pies. Detrás de la casa del perro, observando el suelo, un objeto llamó mi atención, blanco y brillante,  resaltaba entre el pasto verde justo frente a mis ojos, le recogí.

Para mi sorpresa era una colilla de cigarro, la curiosidad me invadió. Ese deseo que llena el corazón de todo niño, ese sentimiento de estar a punto de hacer algo prohibido. Tomé la colilla la puse en mi boca y respiré a través de ella. Es el primer recuerdo que tengo de mi infancia, tenia entonces siete años. Mi siguiente recuerdo es de cuando cumplí treinta y tres años, lo que pasó en medio, se perdió para siempre.

Este momento congelado en la memoria es el punto indefinido donde nace un arco iris tornasol cuyo final se ha perdido en el horizonte. Uno lleno de vivencias y contrastes, sencillo y complejo, un laberinto en la conciencia, donde alguna vez se asomo una sombra y se perdió para siempre en su propia historia. Se resume en un simple relato, el cual te susurro, ya que solo así hace sentido la triste esperanza de un alma extraviada en su propio mundo.

Malfarero dime si no me conoces, Mateo me dicen los de la iglesia, Fernando me llaman en el mercado, soy Estuardo en la cafetería, Rigoberto en el banco, Martín para mis amigos, Diego si estoy en familia, Francisco en los bares y Eulalia cuando trabajo de noche.

Esta es la historia del día en que encontré mis recuerdos. Desde que tengo memoria me despierto siempre a las tres de la mañana, hago un ánfora y regreso a la cama. Tengo un sótano enorme lleno de vasijas y ánforas, no las vendo porque siempre salen defectuosas, de ahí deriva mi sobrenombre, una amalgama de las palabras “mal alfarero”, siempre me cayó muy en gracia.

Muchos dicen que estoy loco, pero una voz me dice que se equivocan.  Luego de hacer mi vasija del día, duermo una siesta y despierto nuevamente a las cinco de la mañana para comprar el diario. En él siempre pongo un mensaje informando de mis servicios y doy mi número telefónico, a veces llaman, a veces no. El diario me aconseja lo que debería hacer, que ponerme, quienes murieron, que comprar, que vender, entre otras cosas, pero lo mas importante es que siempre viene un mensaje escondido dirigido especialmente para mí.

El mensaje de hoy lo encontré uniendo la quinta palabra de los párrafos  primos de la sección “Hogar”, decía lo siguiente: “En casa existe memoria oculto limpiar rompe hoy platos tierra bonito azul”. Era muy claro, tenía que deshacerme de las vasijas en el sótano, después de todo, estaban hechos de tierra y medio escondidos en el sótano de mi casa, no recuerdo cuando hice tantos, están sucios y definitivamente existen, no eran nada bonitos y el sótano estaba pintado de azul.

Me dirigí al sótano con un mazo de madera, rompí las primeras novecientas, había polvo por todos lados y era casi imposible caminar. Detrás del muro de arcilla que acababa de derrumbar, encontré tres vasijas enormes, y otras mil pequeñas, pero estas eran perfectas, para nada defectuosas. Me dio mucha lástima romperlas, pero el mensaje era claro.

Al romper la primera vasija grande, mi sótano se tiñó de rojo, tenía vino. La segunda vasija tenía mucho dinero, y la tercera, un libro y una pluma. Escrito a mano, que decía:

“Diario personal”

Debajo de esto, impreso en tinta negra se leía:

“Perteneciente a:”

A continuación, escrito en letra caligráfica decía:

“Anónimo, sí tú, el que no se sabe su nombre, ¿Quién más?”.

En la página siguiente solo se encontraban dos frases:

“Aunque vivas un día a la vez sin poder ver para atrás, si tu naturaleza se conserva, caminarás por la senda de tu destino”

Y en letras pequeñas, debajo estaba escrito:

“Detrás de las sombras siempre está la luz, síguelas. Síguela.”

Luego, escrito con otra letra decía:

   Hombre sin nombre, gozas de mi eterna gratitud por librarme de las sombras que me acechaban. En retribución te doy mi vieja casa, algo de dinero, algo de beber y te enseño mi oficio. Escoge un nombre y vive en paz.

                     Amanda

      Luego tomé la pluma y escribí:

   Érase una vez un alfarero que vivía de sus sueños y recuerdos, érase una vez un alfarero que vivía sin memorias ni anécdotas. Un día vio a su espalda y diviso mas de mil y un ánforas,  quedo maravillado y  se dispuso a hacer más.

   Una vez, vio lo vacía que era su vida, se dispuso a romper cada una de sus vasijas, al romperlas descubrió oro, aceite y pergaminos que contenían dorados recuerdos de cuando el fue el gran alfarero capaz de mantener intacta para siempre la esencia de sus inapreciables memorias.

Categoría: Malfarero | Ha añadido: andresjimenez (2009-01-07) | Autor: Andres Jimenez
Visiones: 657 | Comentarios: 2 | Ranking: 5.0/1 |
Total de comentarios: 2
2 elfglimmer  
0
Este no lo habia leido, me gusto mucho!!!

1 Yk  
0
espero que el retrato de este señor sea increible...tarea para el día tiene que hacerlo pronto por que me muero de las ganas de comocerlo...

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