Luna llena, he olvidado cuanto tiempo
llevo así, mis manos están atadas y mis ojos vendados, desconozco la fecha, y
he olvidado quien soy. En la oscuridad veo figuras, oigo gente, pero se que no
es real, mi cuerpo ha dejado de ser mío. En este momento estoy siendo
trasladado, siento un piquete en el brazo y el sueño se apodera de mí.
Tengo miedo, todo da vueltas. Veo lo que
esta a mi alrededor, pero no entiendo nada, trato de pensar, y en un lapso de
lucidez descubro que estoy en un cuarto, estoy solo, hay sangre por todos lados
y un cadáver en el piso, veo una puerta, se que se puede abrir de alguna manera,
pero no se como. Trato una y otra vez, la golpeo, grito y de pronto se abre.
No se que pasa, hay gente, me dicen cosas
pero no reconozco las palabras, me encadenan, todo da vueltas, tengo miedo.
Jueves dos de noviembre de mil novecientos
ochenta y nueve, empiezo a recuperar mi memoria. Hace dos lunas fui juzgado y condenado
a vivir en este lugar, algo me dice que soy inocente. Todos los días me dan
siete píldoras, y hoy me liberaron de una camisa que me inmovilizaba los
brazos. Nadie me ha visitado aun, no recuerdo muchos detalles de mi pasado,
pero me han dicho que no volveré a ver la luz del día.
No me permiten leer, ni llevar a cabo
ningun tipo de actividad, el aburrimiento es terrible. Frente a mi celda tengo
un compañero, rara vez está lúcido, pero cuando sucede gozo del único lujo que
hay aquí: tener una charla amena.
Martes diecinueve de octubre de mil
novecientos noventa y tres. He comprendido lo que me han hecho y he aceptado mi
destino, hoy bajo la sonrisa creciente de la luna, me encuentro poniéndole fin
a mi existencia con un cuchillo de plástico hecho a partir de un cepillo de
dientes. Me queda poca sangre, tengo frío, mucho frío y casi no me puedo mover.
Cierro los ojos y me pierdo en el sonido de mi corazón, cada vez es un poco más
lento. Pasa el tiempo y dejo de sentir la necesidad de respirar, mi corazón
late errante, solo puedo oír, oigo pasos y voces.
–
Mira, hay sangre saliendo de la
puerta.
–
¡Dame permiso, la voy a abrir!
–
Se quiso matar el homicida,
miralo, como mueve la boca tratando de hablar
–
¡Pedí una ambulancia!
–
Deja que se muera el desgraciado,
deja que se muera…
FIN